Testimonios:

Carta de los socios


Queridos amigos: He decidido escribir estas líneas contando mi experiencia, con el objetivo de contribuir, de alguna manera, con aquellas personas que padecen Dermatitis Atópica y aún no han encontrado un tratamiento que mejore su calidad de vida.

En mi caso, desde muy pequeña comencé a recorrer todos los médicos de los que mis padres tenían constancia, para encontrar una solución que curase esos pequeños eczemas de mi piel que estaban localizados en los brazos, piernas y muslos.Tras recorrer numerosos dermatólogos y probar infinitas cremas y jabones, escuchar consejos de médicos que indicaban a mis padres que me amarraran las manos durante la noche, entre otros, poco a poco, estos eczemas fueron desapareciendo cuando llegué a la pubertad.

Tras esta etapa, a los 19 años comencé a notar la piel seca, a pesar de las cremas hidratantes que me ponía, y me empezaron a salir aquellos eczemas que ya conocía. Esta vez me tocaba a mí encontrar una solución, comenzar a buscar algún médico que pudiera ayudarme, pero los dermatólogos y alergólogos privados eran demasiado caros.

Por esta razón, acudí a mi médico de cabecera de la Seguridad Social, quien me indicaba que fuera a la playa, para darme baños en agua salada y tomar sol. Poco a poco, el estado de mi piel fue empeorando, el picor era insoportable, los eczemas se extendían por todo el cuerpo y hasta me molestaba abrir los ojos por la piel tan reseca de mis párpados. Sentía vergüenza al verme así y no sabía a quién acudir, sólo necesitaba que me rascaran, aunque me miraran con lástima.

Finalmente, pude conseguir que un dermatólogo estudiara en profundidad mi caso. Fue un proceso largo y duro. Tomaba corticoides y necesitaba tres clases de cremas y dos jabones especiales. A la vez, y tras días de papeleo, la Seguridad Social me cubrió un tratamiento de rayos PUVA en una clínica privada a la que tenía que desplazarme tres veces a la semana.

Además de la medicación que ya tenía que tomar, se añadieron las cápsulas previas a mi entrada en la máquina de rayos, situación que se prolongó durante casi tres meses, pero mereció la pena. En pleno mes de enero, lucía un moreno impresionante y mi piel estaba sin eczemas y mínimamente hidratada.

Renové mi vestuario, todo algodón. Cambié mi ropa de cama, reestructuré mi habitación,.son algunos de los cambios que tuve que realizar.

Actualmente tengo 23 años y llevaré conmigo el recuerdo del dermatólogo que consiguió aliviar mi situación y devolver a mi piel un aspecto de normalidad, dentro de las complicaciones que tiene estar afectada por esta enfermedad. Ya lo he asumido como parte de mi vida; los antihistamínicos, los geles, las cremas y pomadas ocupan mi mesilla de noche, mi ropa es 100% algodón y el picor es un enemigo que intento controlar, aunque en ocasiones reconozco que me vence. Existen épocas mejores y peores, pero con la correcta información, el tratamiento y un poco de paciencia, todo pasa.

Ha sido una gran alegría conocer la existencia de esta Asociación y saber que existen más personas con esta enfermedad. Por esta razón, quiero dar las gracias a todos aquellos que la hacen posible y aprovechar la ocasión para animar a los pacientes y familiares a seguir luchando por mejorar nuestra calidad de vida.

Dacil Mesa Franciso
Representante de ADEA en Canarias

Desde ADEA os invitamos a participar en esta sección, que no es nada sin vosotros. Vuestras aportaciones, fruto de la experiencia propia en el manejo de esta enfermedad, son fundamentales. Compartir con todos los socios esta valiosísima información es de vital importancia.

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